Morir y resucitar no es una característica exclusiva de los dioses, es más bien una invitación a emularlos, a bajar a las profundidades del hades (infierno) para encarar a aquellos demonios que por mucho tiempo hemos ignorado.
Una invitación para vernos en el espejo y decidir si queremos seguir así, siendo como somos o si ya se llego la hora de renacer y ser mejor.
No va a ser un camino fácil y probablemente salgamos heridos* pero esas cicatrices nos recordarán la valentía que tuvimos al decidir aventurarnos a ser como los dioses, a ser mejores.
*Incluso Horus perdió un ojo cuando bajó al inframundo y el mismo Jesús resucitó con las heridas de su crucifixión.