La religión es el intento del hombre por descubrir los principios de vida fundamentales para vivir mejor; llámese el más allá, los campos elíseos, el cielo, la iluminación o cualquier otra denominación.
Y como todo intento humano es susceptible de error, corrupción y degeneración. Por lo que creer ciegamente en las estructuras religiosas es un acto de inocencia extrema (de ingenuidad) que desconoce esta realidad, sin embargo, renegar de la religión es igualmente de ingenuo pues desconoce la sabiduría que aún permanece en aquellas estructuras milenarias que han sobrevivido el brutal juicio del tiempo.
No vayas entonces por los caminos del extremo. Reconoce la divinidad allí donde esté y desvirtúa lo corrupto allí donde aparezca; esa es la base del discernimiento.